Enrique Rull Fernández, in memoriam
El pasado 12 de febrero nos dejó Enrique Rull Fernández, fundador de la Asociación de Cervantistas, calderonista y cervantista eminente, miembro de una generación irrepetible de filólogos magistrales que hicieron más fácil el camino para quienes, guiados por su ejemplo y su estímulo, decidimos seguir sus pasos.
Al igual que otros colegas y amigos queridos de nuestra asociación, tuve el privilegio de disfrutar en numerosas ocasiones de la amistad y la entrañable compañía de Enrique, un maestro afable, sencillo, cuya enorme sabiduría fue proporcional a la discreción y la humildad que le adornaban.
La presencia de Enrique era la garantía de una conversación siempre fecunda en la que, sin el menor asomo de presunción, sorprendía a su interlocutor por la amplitud de su cultura y sus intereses por temas tan singulares, por ejemplo, como el cine coreano, que conocía como pocos, demostrando que la sabiduría es algo que se construye con una mirada curiosa y nada conformista como lo fue la suya, propia de un lector infatigable y un estudioso lúcido y apasionado de la literatura áurea.
El profesor Rull, maestro y amigo, nos deja el mejor legado: una vastísima obra científica de referencia que ha alumbrado la investigación filológica, especialmente la de temática aurisecular, y un ejemplo de esa rara y luminosa mesura solo propia de “los pocos sabios que en el mundo han sido” a los que cantó Fray Luis. Por lo uno y por lo otro, en nombre de quienes tenemos la obligación de atesorar y mantener limpio ese legado y desde el cariño y la admiración, quiero expresar mi gratitud más sentida.
Santiago Alfonso López Navia
Miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Cervantistas
(Imagen tomada de la página web de la Asociación Internacional Siglo de Oro, AISO)