![Primera celebración oficial del 23 de abril como Homenaje a Miguel de Cervantes [Honras a la memoria de Cervantes. En El Museo Universal. — Madrid : [s.n.] (Imp. de Gaspar y Roig). — Año V, n. 18 (5 de mayo, 1861). — P. 141]](https://asociaciondecervantistas.org/wp-content/uploads/2016/04/honras-a-la-memoria-de-cervantes-1861.png?w=584)
Primera celebración oficial del 23 de abril como Homenaje a Miguel de Cervantes [Honras a la memoria de Cervantes. En El Museo Universal. — Madrid : [s.n.] (Imp. de Gaspar y Roig). — Año V, n. 18 (5 de mayo, 1861). — P. 141] [fuente: Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España]
El silencio era únicamente interrumpido por la respiración tenue y fatigosa del enfermo, que dormitaba, y el leve ceceo del fraile abstraído en el curso de su rezo.
La fisonomía delgada y macilenta del anciano moribundo inspiraba veneración y respeto.
La del religioso, mansedumbre y caridad.
La del primero, blanca, de color pálido mate; frente ancha y desembarazada, a cuyos extremos se arraigaban escasos mechones de plateados cabellos, ojos zarcos, apagados por el frío de la muerte, medio hundidos en las órbitas, de mirar profundo, noble pensador, nariz aguileña ligeramente encorvada en la mitad; pómulos huesosos y marcados, en los que proyectaba tibiamente el resplandor de la luz; boca severamente modelada, sombreada por espeso bigote y barba del color de los cabellos, todo simétricamente armonizado, enaltecido por un ligero tinte de melancólica dulzura, de triste resignación, formaba un conjunto apacible, bello, como animado por la risueña mirada de Dios. […]
Pasó una hora.
El semblante del enfermo se contrajo dolorosamente; abrió los ojos, incorporose difícilmente sobre el lecho, y exclamó con voz apagada y lánguida.
—¡Padre… me siento morir! […]
Su agonía fue tranquila.
Parecía que Dios le atenuaba, en aquel trance, lo acerbo de su congoja.
A la mañana siguiente, cerca del mediodía, despidiose de su esposa en estos términos:
—Adiós, Catalina… adiós… Hasta que nos unamos por siembre en la otra vida.
Catalina desecha en llanto lo abrazó con efusión.
Él suspiró un beso en su frente.
Después levantando el melancólico semblante, añadió:
—¡Bendecidme, padre mío! … me llaman a descansar.
El padre alzose solemne, y con el rostro lleno de dolor, con entrecortado acento, exclamó:
—¡Varón virtuoso y cristiano, yo os bendigo una y mil veces en nombre del Señor!
—Gracias, contestó imperceptiblemente; me habéis hecho… mucho bien.
Fueron sus últimas palabras.
Y sin esfuerzos ni convulsión, semejante a una lámpara que se apaga, rindió su alma al Creador.
(Federico Sawa: «La muerte de Cervantes», 1862)
¡Sugerente la recreación de Sawa de la muerte de Cervantes! Como seguramente sabéis, nosotros la recreamos ayer en Twitter, desde la cuenta de @griso_unav, con la etiqueta #ÚltimosDíasCervantes. Y hoy, 23 de abril, toca seguir contando tuit a tuit el entierro de Cervantes…