Miguel Ortega entrevista a Pepe Ortega, director y dramaturgo, que ha realizado una adaptación del «Licenciado Vidriera».
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«Podríamos llamar a la generación actual “la generación Vidriera”». Entrevista a Pepe Ortega
Podríamos llamar a la generación actual, “la generación Vidriera”
Tras su vuelta al tablado, el dramaturgo Pepe Ortega retorna para hacernos disfrutar con su adaptación de una de las Novelas Ejemplares de Cervantes, El Licenciado Vidriera.
Hace unas semanas, con motivo del Día del Libro, tuvimos el placer de ver la representación de La Canción de Vidriera en el homenaje que se hizo a Cervantes en su propia casa natal en Alcalá de Henares. ¿Qué sensaciones te llevaste de esa representación?
La verdad es que fue una experiencia muy bonita poder dar vida al texto de Cervantes en su propia casa. Pensaba el otro día que no es que Cervantes siguiera vivo, sino que hay que tenerlo como “bulldog en jaula”, porque se tira a las canillas de la gente. Este trabajo suyo en concreto tiene una fuerza y una vigencia bestiales. Yo lo único que le he aportado es un marco que lo permite vivir dentro de un juego de metateatralidad que conecta el contexto actual con la obra cervantina. Pero como espectador pudiste ver que tiene una fuerza arrasadora con la sensibilidad contemporánea de la gente. Según avanza la obra va cobrando una fuerza, una emoción, una densidad de mensaje abierto a tantas lecturas que es prodigioso.
No es que Cervantes siguiera vivo, sino que hay que tenerlo como “bulldog en jaula”, porque se tira a las canillas de la gente.
Eso es un poco lo que pienso del pensamiento cervantino. Cervantes nos abre un panorama que no es que no haya cambiado desde entonces, ¡claro que ha cambiado y hemos ido cambiando!, pero ese ir cambiando y esa necesidad de ir cambiando siempre va en la línea de lo que yo percibo que nos marca Cervantes. Cervantes nos invita a convertirnos en seres capaces de entender la importancia del diálogo, seres capaces de entender que solo a través del diálogo nos es dado conocer algo. Que el mundo medieval se cayó con estrépito y no puede reconstruirse. Y que finalmente nuestra posición es completamente de autoengaño, como vemos en el El Retablo de las Maravillas. Es decir, estamos en una posición en la que no aceptamos convertirnos en ciudadanos, pero tampoco terminamos de salir de nuestra condición de súbditos ilusos. Quizá lo que nos salva es que somos mestizos porque tenemos toda esa riqueza de la mirada del sur y la del norte contrastada en nuestra conciencia. Pero al mismo tiempo somos mestizos dogmáticos cuya guerra interior, cuya división interna no se asume. No asumimos como sociedad esta dialéctica. Yo creo que Cervantes es una invitación a convertirnos plenamente en mestizos, pero en mestizos dialécticos, y a tomar conciencia de ello.
Cervantes nos invita a convertirnos en seres capaces de entender la importancia del diálogo, seres capaces de entender que solo a través del diálogo nos es dado conocer algo.
De todos los mensajes que podemos descubrir en la Canción de Vidriera, ¿Cuál destacarías?
La Canción de Vidriera es una adaptación que proviene de un espectáculo que hice hace tres años que se llamaba Vidriera/Monipodio. En ese momento lo entendía como la visión que nos podía dar Cervantes sobre la crisis que se nos estaba viniendo encima.
A través de la obra de Cervantes se ve cómo una sociedad que se permite el lujo de excluir, de no valorar y de alguna manera perseguir el talento, está condenada a sufrir a los fanfarrones y a los faltos de escrúpulos
En ese trabajo intentaba contraponer, por un lado, el maltrato al talento y al estudio que representa Vidriera, y por otro el tándem Rinconete-Cortadillo/Monipodio, que es una metáfora general de cómo los huecos que deja el talento los rellena la falta de escrúpulos. A través de la obra de Cervantes se ve cómo una sociedad que se permite el lujo de excluir, de no valorar y de alguna manera perseguir el talento, está condenada a sufrir a los fanfarrones y a los faltos de escrúpulos que cubren esos huecos dejados por el talento. De esa manera, todo se acaba convirtiendo en un patio de Monipodio, en un chiringuito inmoral. Ésta era un poco la propuesta con la obra anterior. Era un trabajo teatral más grande, de 6 actores, y ahora quería poder utilizar solo la adaptación del Licenciado Vidriera sin contraponerlo a Rinconete y Cortadillo, pues creo que el mensaje hoy más que nunca se entiende sin necesidad de resaltarlo con la otra obra.
Desde luego el mensaje cala en el espectador. ¿Cómo se puede explicar la rabiosa actualidad de una obra que se escribió hace 400 años?
Este mensaje que ahora exactamente hace 400 años Cervantes encriptó en forma de Novelas Ejemplares, en realidad está hablando de algo que sigue vivo entre nosotros.
La obra de Cervantes es totalmente vigente, toda ella. Ahora mismo quizá se ve mejor con alguna de sus obras, como El Licenciado Vidriera que desgraciadamente conecta muy bien con la situación que hay ahora en el país. Podríamos llamar a la generación actual, “la generación Vidriera”. Se dice que tenemos la generación mejor formada de nuestra historia. Gente que ha estudiado y que ha tenido un gran desarrollo académico y que, sin embargo, la mayoría de ellos están viéndose obligados a tener que irse para buscar un trabajo que les permita desarrollarse profesionalmente, continuar su investigación y demás. Esto es lo que me parece que tiene de doliente la situación. La marcha de unos y cómo se queda el panorama de los que se quedan tras esta marcha. Este mensaje que ahora exactamente hace 400 años Cervantes encriptó en forma de Novelas Ejemplares, en realidad está hablando de algo que sigue vivo entre nosotros. Y es que somos una sociedad que se sigue permitiendo el lujo de marginar el talento, el estudio, la inteligencia. Y esto se plasma en una generación que después de haber costado muchísimo dinero, porque la educación es muy cara, de haberse hecho una enorme inversión de años y de esfuerzo, tanto a nivel estatal como individualmente, ahora todo esto se tiene que perder. Con la obra se nos formula la pregunta “qué nos pasa” y al mismo tiempo es una pregunta y una respuesta gloriosamente profunda y vigente de un Cervantes que lo que nos dice es que lo que nos pasa es que despreciamos el talento.
Somos una sociedad que se edifica a sí misma despreciando el talento, despreciando el estudio, despreciando la idea de que la cultura es algo que nos va puliendo el espíritu, que nos va ayudando a desarrollar la sensibilidad. Y de esto es lo que habla La Canción de Vidriera.
Tanto Cervantes como tú, a través de la Canción de Vidriera y el resto de tu trabajo, proponéis la cura cervantina, que se encuentra en gran medida en “el otro”.
Sí, yo creo que se trata también de partir de una cierta honestidad, y es reconocer que no podemos explicarlo todo, que no sabemos todo, y que cuanto más soñamos que es así, más engañados estamos, como individuos y como colectividad. Es decir, fracasamos en nuestro intento de controlar el mundo y controlar la realidad.
Cervantes también tuvo fama de duelista, pendenciero, hombre de mundo, cautivo, olvidado, pobre, convicto, héroe de guerra, cornudo, adúltero, poetastro… ¿Se puede entender a Cervantes separando su vida de su obra, o en la obra literaria se acaba por fundir uno y otro?
En la obra de Cervantes encontramos una cuerda tejida por numerosos hilos, y uno de los más gruesos es el del fracaso. Y es que el fracaso es el compañero de viaje de la condición humana. Pero al mismo tiempo no es un fracaso . A Cervantes su fracaso literario continuado y económico es lo que le abre a escuchar las razones del mundo. Si no aceptamos un cierto fracaso, si no aceptamos que nuestra verdad puede no ser la única no podemos encontrar un lugar para el discurso del otro. Este pensamiento también es medieval; pensar que podemos capturar el mundo entero a través de la mística de lo religioso. Y no, somos huérfanos. La modernidad que instaura Kafka es la orfandad. Esto es de lo que habla Cervantes. Bauman, el filósofo y sociólogo que planteó la modernidad líquida, en su discurso, al recibir el premio Príncipe de Asturias, dijo que Cervantes había derribado una muralla de mitos, de máscaras, de leyendas, de supersticiones medievales y nos había dejado solos frente a la Nada. Yo también estoy de acuerdo con eso. La tarea de Cervantes es terminar lo medieval, reírse de ello. Don Quijote es un personaje medieval, su personalidad, su lenguaje es arcaizante. Cervantes se ríe y la gente también se reía de lo medieval que resultaba un loco caballero. Ésta es un poco la perspectiva. Cervantes es un renacentista que jamás acepta el Barroco. Es alguien que vive el sueño del Humanismo, de lo humano en el corazón de la experiencia, y de todo lo demás. Se resiste y nunca acepta ser un barroco. Nunca acepta que haya que hablar por hablar, en adorno del poder o al servicio de la mentira. Es un renacentista que se niega aceptar el discurso vacío sobre la realidad. Por eso insiste tanto en el valor de “la Verdad”. Y éste es el mensaje que deja finalmente.
Si no aceptamos un cierto fracaso, si no aceptamos que nuestra verdad puede no ser la única no podemos encontrar un lugar para el discurso del otro
“De todas las ciencias me quedo con la poesía que alberga en sí a todas ellas”, dice Vidriera. En la obra vemos este cariño, este respeto que tenía Cervantes, a pesar de los pesares, por la poesía…
Cervantes es el gran Vidriera. Él sabe de lo que está hablando. El Licenciado Vidriera es una de las obras donde más se muestra él. Ése amor por los libros, por la poesía…
Hay una cita de Ovidio: “Est deus in nobis , agitante calescimus illo; impetus hic sacrae semina mentis habet”: Hay un dios en nosotros. Cuando despierta nos enardecemos. Ovidio está hablando del sentimiento de lo poético, del enardecimiento, del prendimiento interior que provoca la poesía. La fuente de energía que está asociado con lo amoroso, con lo creativo, con la percepción no estrecha del mundo. Yo creo que a eso es a lo que nos está remitiendo. Eso es lo que finalmente propone Cervantes. Si podemos aguantar la tensión de la polaridad de éste diálogo, la chispa es más alta. Es una llamada a la evolución. La perspectiva de Cervantes es la de un hombre muy vivido, muy rodado, muy fracasado, y finalmente muy humano. Ya conoces mi tesis de que el Quijote, su personaje, su mayor creación, surge de un apoderamiento emocional de su enemigo, como una burla de su rival que es Lope de Vega. Y hasta de lo que nace como una burla de su mayor enemigo, lo acaba humanizando y lo conquista personalmente. Lo deja existir dentro de sí. Ése es el temple de Cervantes. Es alguien capaz de defender hasta las posiciones de sus enemigos. ¿Por qué? Porque ha fracasado. Porque da hueco al otro. Porque sabe que su percepción del mundo está lastrada por su propia experiencia y que hay otras perspectivas tan válidas como la suya. En eso es prodigioso, es de una modernidad sobrecogedora. Le pasa lo que a Shakespeare. Con este espectáculo, una de las cosas que me ha gustado ver es el poder electrizante cervantino. La mirada ética y al tiempo la denuncia sin saña. Cervantes es el gran Vidriera. Él sabe de lo que está hablando. El Licenciado Vidriera es una de las obras donde más se muestra él. Ése amor por los libros, por la poesía… Esa furia contra los malos poetas cuando el mismo siempre se tuvo como un poetastro. Yo no creo que fuera un mal poeta, su poética era otra. Por ejemplo ese viaje a Italia de Vidriera como soldado que recuerda su propia experiencia. En ese personaje está expresado probablemente lo que es el canon del maltrato al artista que Cervantes sufrió.
Otro hecho que llama mucho la atención en la obra es el valor que socialmente se le da a ser el segundo, aludiendo a que en España el primer puesto ya esta dado de antemano por la omnipresencia de la dedocracia.
Todos estamos viendo a dónde puede ir un país en el que a lo máximo que puede aspirar el talento es a ser segundo.
Es la perversión total de la meritocracia que es en realidad la que debería sostener el sistema. Vidriera cuando ya ha recuperado el juicio para mostrar a la multitud que él fue el mejor de su generación dice que quedó segundo. Dice: “ya podeis imaginar que fue así ya que la virtud y no el favor me llevó a este lugar”. Es decir, a lo más que puede aspirar el talento en una sociedad así, es a ser el segundo, porque el primero siempre está dado. Esto es terrible. Es de nuevo una denuncia al mundo medieval, donde los nuestros son siempre los mejores; las castas, los compinches, los colegas, los bandos, las bandas, los partidos…Siempre son un escalafón sinfónico como decía yo en un prólogo. Yo creo que esta generación posiblemente sea la que mejor pueda entender la denuncia que hace Vidriera.
Pepe Ortega en Alcalá de Henares
Todos estamos viendo a dónde puede ir un país en el que a lo máximo que puede aspirar el talento es a ser segundo. Cuando dice Vidriera: “fui segundo”, todo el mundo dice: “jo, qué bueno tiene que ser”, porque todos saben de lo que está hablando. Desde luego se ha avanzado, ¿Pero hemos avanzado lo suficiente? Han cambiado las iglesias a las que pertenecemos, los valores que representan, -unas más, otras menos-, pero nuestra mentalidad ha cambiado menos de lo que debiera y eso se traduce en que sistemáticamente somos un país que en cada dos generaciones la gente más preparada tiene que hacer las maletas. O bien porque le toca un exilio político, una guerra civil, una imposibilidad de desarrollarse… Y es así desde hace mucho tiempo. América se ha poblado de todos los rebeldes inquietos, innovadores que han visto el país imposible y se han ido para allá. El emporio cultural que fundaron los intelectuales del exilio español es una de las ramas más sólidas de la cultura americana actual. Ésa es un poco la pregunta y al mismo tiempo también la duda que se plantea en la obra sobre cuándo vamos a ser un país que deje de escupir sistemáticamente a los mejores porque los degrada, no los acepta, los mata de hambre. Como decía Josep Pla “los mata de hambre, de asco y de tristeza”. Justo ahora han salido varias noticias sobre grandes científicos españoles y el triste panorama al que se enfrentan. Y esa perspectiva contada en Cervantes hace 400 años está tan viva que, como te comentaba, hay que llevar a Cervantes enjaulado. Según lo echas, se tira a la yugular del público. Eso es Cervantes. Esa modernidad casi increíble que parece que se ha escrito ayer para tus propias circunstancias y que las conoce hasta el fondo.
La canción de Vidriera, de Pepe Ortega se representará los próx
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